Siempre he sostenido que el aburrimiento es evitable. Se presenta como un estado de ánimo negativo, muchas veces de manera auto- infligida, cuando no poseemos los medios para evitarlo o combatirlo. Y lo cierto es que nos puede perjudicar la salud si nuestros estilos de vida lo siguen propiciando.
En lo personal, he puesto en práctica estrategias que me han resultado convenientes, donde la música, la literatura y la socializacion cotidiana, no son actividades rutinarias y cansonas, sino, medios de infinito placer creativo que fungen como pilares de mi salud fisica y mental.
Por cierto, hoy jueves 27 de marzo, temprano en la mañana, cogí una jaba y me fui a dar un recorrido para distraerme y, a la vez, encontrar algo de provisiones para reforzar el menú del día. Intentando atravesar el parque central de mi pueblo (Baire), en un banco, vi sentado en solitario al viejo Pablo [como yo le llamo, por confianza de muchos años]. Se mostraba reflexivo.
Al acercarme, nos dimos un fuerte apretón de manos y le comenté, en jarana, que yo lo hacía en la frontera Mexico- E.U. No le hizo mucha gracia mi ocurrencia. Entonces noté que no estaba fastidiador como de costumbre, que sus ojos habían perdido relieve y brillo. Su delgadez, para mí, era un rasgo delator de terribles vivencias.
Pensé, este hombre no es el Pablo que yo conozco hace más de 40 años.
Viendo tan impactante panorama, quise largarme y me tomó del brazo, convidándome a tomar asiento, al menos por diez minutos.
Fue entonces que me hizo esta escalofriante confesión:
- Amigo Raúl, hace unos pocos dias, estaba sentado aquí mismo, meditando sobre "ésto". Cuando intenté ponerme de pie, vi venir hacia mí, todos esos bancos de marmol que están ahí al frente. Me senté y volví a intentarlo varias veces y me sucedió lo mismo. En esos mismos instantes, pasó frente a mí un joven y me preguntó qué me pasaba. Le dije lo que me había ocurrido y me correspondió sugiriéndome que fuera al médico. Cuando me pude incorporar cogí por esa calle, por suerte llegué a mi casa. Pensó mi esposa que era hipertensión, pero algo me decía que no.
En el policlínico me atendió un médico joven. Luego de chequearme la presión arterial, me miró fijamente y me dijo:
- Viejo, no le voy a andar con rodeos, lo suyo no se resuelve con tratamiento médico...
- Esas son precoces alucinaciones, causadas por la ausencia, en su organismo, de "fortificantes naturales"...
- Y ande rápido, que luego sería tarde.....
Con infantil ingenuidad, mi amigo Pablo me miro fijo a los ojos y me preguntó:
- ¿Qué me habrá querido decir el médico?
Por mi parte, les confieso que, al principio, quedé desorientado, despistado. Pero luego creo haber hecho, en buen cubano, la fiel traducción:
Mi amigo, como otros tantos, es un "escolimado por vulnerabilidad", en su propia tierra...
Me he preguntado muchas veces:
¿Cuánto de oscuridad, en sus entendimientos, llevará mi amigo Pablo a la tumba, sobre su realidad y su destino?
No sé que opina usted, amigo lec

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todo comentario, debe hacerse sin ofensas y sobre la base del respeto al criterio ajeno.
Gracias...!!